miércoles, 26 de marzo de 2008

Los inicios del cine español

Las primeras exhibiciones cinematográficas en España tuvieron lugar en las fiestas de San Isidro de 1896 en Madrid mediante el Animatógrafo, sistema también conocido como Teatrograph y derivado del Kinetoscopio de Edison, modificado por el inglés Robert William Paul y puesto a punto en mayo de 1895. La première de esta primera exhibición española se hizo el 11 de mayo de 1896 en el circo Parish de la plaza del Rey, en los jardines de la Casa de las Siete Chimeneas. Solo dos días después (13 de mayo) llegarían las imágenes del Cinematógrafo Lumière, que traía Alexandre Promio.
La primera película española fue Salida de la misa de doce de la Iglesia del Pilar de Zaragoza, rodada por Eduardo Jimeno Correas, que con su padre Eduardo Jimeno Peromarta, fueron quienes primero se hicieron con un aparato Lumière, adquirido en junio de 1896 en la misma fábrica los Lumière en Lyon. Con esta cámara rodaron en las fiestas del Pilar de 1896 (del domingo 11 de octubre al domingo 18 de octubre) dos películas, la Salida de Misa del Pilar y Saludos, en los dos domingos consecutivos. Esta fue la primera película producida y rodada por un español (pues operadores de Lumière, como Francis Doublier, ya habían rodado en España, a finales de 1895, una corrida de toros)
Más tarde, en abril de 1896, Promio rodó en Madrid Vistas de la Puerta del Sol, y en Barcelona Plaza del puerto en Barcelona o la anónima Llegada de un tren de Teruel a Segorbe. La primera película con argumento fue Riña en un café (1897), del prolífico Fructuós Gelabert.
El primer director español de éxito internacional fue Segundo de Chomón, quien trabajó en Francia e Italia.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Black Narcisus (1947)

Una de las colaboraciones conjuntas más interesantes en la historia del cine ha sido la del director inglés Michael Powell con el guionista húngaro Emeric Pressburger. Juntos trabajaron en más de veinte películas ofreciéndonos una colección de joyas cinematográficas de géneros tan diversos como admirables. En medio de la Segunda Guerra Mundial aprovecharon para fundar una productora llamada “Los Arqueros” con el objetivo de poder mantener cierta independencia dentro de sus obras. Precisamente una de las más atractivas de este corpus es “Black Narcissus” que se levanta como un melodrama bastante curioso no sólo por la ubicación geográfica de la historia sino por lo que se pone en juego en la trama.Un grupo de monjas inglesas encabezadas por una inmaculada Deborah Kerr, decide ir a evangelizar la aldea del monte Mopu ubicado en la cadena montañosa del Himalaya. Pero antes de partir, la hermana superiora le advierte a nuestra protagonista que aún no la ve preparada para afrontar semejante empresa. Para el espectador esta duda es una verdadera sorpresa porque no advertimos peligro alguno en la travesía en que se embarcan las sacedortizas, más tarde descubriremos el por qué de la advertencia. Al llegar a la montaña la misma se nos revela visualmente como un espacio demasiado extraño, un lugar en el que se habla otra lengua y donde el viento está presente en cada rincón.Los problemas no tardan en surgir desde el instante de llegada y es que la orden debe funcionar en un edificio que anteriormente servía como casa de orgías, esto lo descubrimos por los frescos que habitan en las paredes. La primer indicación que da la hermana Clodagh (Kerr) es pintar esos muros con la intención de borrar los dibujos obscenos. Pero ahí es donde comienza a exponerse el conflicto interno y la forma de trabajarlo de Powell nos sugiere que la actitud de la religiosa es tapar aquello que la incomoda sin saber que los sentimientos del pasado son algo que no se puede cubrir tan fácilmente. Esos muros son simétricos a la vida anterior de las monjas y el hecho de verlos una prueba para curarse definitivamente. Paralelamente aparece un inglés radicado en el lugar llamado Mr Dean que va a pasearse sin remera y con una pipa sugestiva por toda la colonia despertando las fantasías reprimidas de las monjas. Es de un erotismo tan sutil la puesta en escena del director inglés que no hace falta subrayar nada, con un solo gesto de cortesía del señor Dean las hermanas ya empezaran a disputarse la atención del caballero. Ahí es donde el melodrama aflora en su premisa más intensa que es la incapacidad de amar. Aquella que hizo convertir a Clodagh en religiosa y la misma que le mantiene frío el corazón. Este viaje iniciático será una prueba de fuego que sacará los sentimientos más lujuriosos enfrentando a las protagonistas con su lado más oscuro. En esta lucha Kerr podrá dominar sus impulsos de deseo mientras que la hermana Philippa caerá en una locura sin retorno.El dueto de realizadores trabajó a partir de una novela de Rumer Godden construyendo un mundo de colores tan expresivos que hicieron escuela. No en vano siempre se asoció a Powell como un genio que lograba que la pantalla se transforme en un lienzo y la cámara en un pincel. Este magnífico trabajo visual no hubiera sido posible sin un preciso ejecutor del technicolor que más tarde también se convertiría en realizador llamado Jack Cardiff. Otra de las decisiones que resaltan aquí es la elección de la inmaculada Deborah Kerr para el papel de monja tan diferente al que años después haría con John Huston en “Heaven Knows, Mrs Allison” (1957).Para no engañar a nadie hay que aclarar que es un film un tanto difícil de ver porque hay ciertas claves ocultas que son fundamentales para la lectura. Por un lado está ese viento que parece funcionar como una grieta que invita a la seducción y por otro los objetos de figura redonda que vemos permanentemente en los decorados que nos sugieren algo erótico. Aquí nos queda esta entrega magistral que toma como punto de partida a esta flor asiática cuyo nombre deriva de la palabra persa nagris y cuyo significado indica que esta planta es embriagadora explicándonos así el tema central de este bello relato cinematográfico con tono de fábula.